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¿Eres víctima de legalismo? ¿Victimario?
El peligro de distorsionar el propósito de la Ley de Dios
¿Te has encontrado con personas cuya interpretación legalista de la fe los lleva a juzgar y condenar injustamente a otros? Quizá, ¿has sido tú mismo esa persona?
En nuestra reflexión de hoy, exploraremos un pasaje intrigante de la Biblia que nos invita a examinar nuestra actitud hacia los mandamientos de Dios y su propósito en nuestras vidas.
En Juan 7:19, encontramos a Jesús confrontando a los líderes religiosos de su tiempo con una ironía y paradoja impactante en su comportamiento.
Jesús dijo: "¿No les ha dado Moisés la Ley a ustedes? Sin embargo, ninguno de ustedes la cumple. ¿Por qué tratan entonces de matarme?" (Juan 7:19).
En aquel tiempo, los líderes judíos demostraban un celo religioso mal concebido. Su interpretación arbitraria de los escritos de Moisés, lo que para ellos era la ley, se colocaba por encima de todo, excepto de ellos mismos.
Paradójicamente, con el fin de "proteger" la ley de Moisés, estaban dispuestos a violarla. Colocándose a sí mismos por encima incluso de los Diez Mandamientos.
Aunque los mandamientos de Dios afirman claramente "no matarás", desde los tiempos de Moisés estaban dispuestos a asesinar a cualquiera que, según su propio juicio, infringiera la ley.
Se habían vuelto sanguinarios y homicidas, escudándose en un “así dice Jehová”; incluso atreviéndose a querer matar a Dios mismo en la persona de Jesucristo.
Al venir a este mundo, Dios anhelaba ver en su pueblo Israel atributos nobles de carácter como el perdón, la misericordia, la bondad y la gracia. Sin embargo, se encontró con algo completamente opuesto.
Es fácil juzgarlos ahora, pero la realidad es que como seres humanos, todos somos propensos a ser implacables con los demás y benevolentes con nosotros mismos.
Los líderes Judíos habían convertido los escritos de Moisés en un instrumento de control social y manipulación a su propio acomodo.
Cuando hacemos de la ley de Dios un instrumento de discriminación, celo irracional y fanatismo, le quitamos a esta completamente su propósito original, que es mostrarnos nuestros pecados y hacernos ver nuestra necesidad de acudir a Cristo para que nos salve y santifique.
Hoy en día, también podemos caer en la trampa de olvidar el espíritu amoroso de los mandamientos de Dios y volvernos intransigentes hacia los demás, usando la palabra de Dios como un instrumento de crítica y mal juicio.
Es fácil volcarnos en juzgar a los demás y ser indulgentes con nuestras propias faltas. Pero recordemos que la ley es un recordatorio constante de nuestra necesidad de la gracia y la redención que solo encontramos en Cristo.
Permitamos que nuestros esfuerzos por obedecer en amor la ley de Dios nos dirijan hacia Jesús, quien vino a enseñarnos cómo cumplir la ley y mostrarnos el camino hacia una vida de amor y gracia. Reconozcamos nuestras propias fallas y dependamos de la misericordia de Dios para transformarnos y guiarnos en el camino correcto.
Que la ley de Dios, en lugar de convertirse en una fuente de orgullo y condena, sea un llamado constante a acudir a nuestro Salvador, el único que puede satisfacer nuestras necesidades más profundas y mostrarnos la verdadera esencia de la ley: amar a Dios y amar a nuestro prójimo.
Bendiciones en Cristo,
Daniel & Jessi 💕