¡Hola!
Espero te encuentres muy bien y deseo que Dios continúe derramando bendiciones sobre tu vida.
Hacía varias semanas no me tomaba el tiempo de escribirte, pero hoy al leer la palabra de Dios encontré en ella algo que me movió a redactar este email.
Agobiado y enardecido por la persecución de sus enemigos, David compone un emotivo salmo para rogar a Dios que se ocupe de sus terribles problemas y tremendas angustias, y para declarar su confianza en Él.
Permíteme compartirte un fragmento destacado de ese texto que me bendijo y que creo que puede bendecirte a ti también:
“A ti, fortaleza mía, vuelvo los ojos, pues tú, oh Dios, eres mi refugio. Tú eres el Dios en quien puedo confiar. Tú irás delante de mí (…)”
(…) tú eres mi protector, mi refugio en momentos de angustia.
A ti, fortaleza mía, te cantaré salmos, pues tú, oh Dios, eres mi refugio.
Tú eres el Dios en quien puedo confiar.”
— Salmo 59:9-10; 16-17
Hay una declaración que me pareció particularmente cautivadora, y es la de que sin importar las circunstancias de nuestra vida, Dios es digno de nuestra confianza.
Para David, Dios es aquel en quien él puede confiar. Aquel que es su refugio y fortaleza en momentos de angustia.
Cuando David siente que ya no puede más con su situación, él vuelve sus ojos a Dios.
Como cuando un pequeño niño que no puede hacer algo por sí mismo, mira a su papá, y sin decir una sola palabra le deja saber que necesita su ayuda.
El padre, que hasta entonces lo observaba permitiéndole al pequeño poner a prueba sus capacidades y dándole la oportunidad de desarrollar sus habilidades, ahora toma al niño en sus brazos y se ocupa de la situación.
Una sonrisa invade entonces el rostro del pequeño. Aquel niño sabe que puede confiar en papá.
Que tan solo una mirada suya basta para que su amoroso padre, atento a él, corra a tomarlo en sus brazos y brindarle su auxilio.
Querido lector, tú eres aquel niño, y Dios es tu papá.
Una mirada tuya basta para que Dios te tome en sus brazos y te recuerde que en sus brazos todo va a estar bien.
Esa debería ser nuestra convicción en momentos de prueba y dificultad.
Que como David, pase lo que pase, podamos volver nuestros ojos a Dios con esperanza, sabiendo que él es el Dios en quien podemos confiar.
Que Él está atento a nuestra situación, esperando que le demos aquella mirada con la cual lo invitemos a intervenir en nuestro favor.
Espero que estas cortas palabras puedan ser de bendición para tu vida en la etapa que atraviesas o que puedan ser de bendición para alguien más con quien desees compartirlas.
Te deseo un feliz y bendecido día.
Muy linda reflexión de motivación, más para esos momentos difíciles en donde creemos que Dios no nos mira ni nos escucha, y que inclusive, nos ha dado la espalda!