¿Alguna vez te has sentido con el agua al cuello?
Yo sí.
De hecho, hoy, mientras leía la biblia, me sentía un poco así.
No obstante, como suele suceder, creo que Dios me habló y me dijo algo que considero, también puede ser un mensaje para ti.
Leía en ese instante el siguiente pasaje bíblico:
“¡Sálvame, Dios mío, porque las aguas ya me llegan al cuello!”
Salmo 69:1
¿Te sientes así hoy, con el agua al cuello?
La vida moderna nos lleva a menudo a aguas profundas y tumultuosas: angustias, estrés, preocupaciones y dificultades.
Aunque el Salmo no nos da los detalles de la respuesta de Dios a esa sentida plegaria, de la historia de David tenemos certeza de algo. Que Dios, aunque le permitió pruebas, nunca lo dejó ahogar.
Siempre, vez tras vez, cuando David abrió su corazón a Dios con vulnerabilidad, honestidad, sin reservas y reconociendo su necesidad de Él; Dios lo sacó del lago cenagoso.
La vida de David, como la de todos nosotros, es un ejemplo vivo de la fidelidad de Dios.
Una fidelidad inquebrantable que no se desvanece en medio de las aguas agitadas de la vida.
Una fidelidad que, por su gracia infinita, ni siquiera depende de la nuestra.
Yongsung Kim, un talentosísimo pintor cristiano, capturó de manera espectacular en una de sus obras la imagen de Jesús extendiendo su mano para sacar a Pedro de las aguas.
Es sin lugar a dudas una de mis obras de arte favoritas.
En lugar de describírtela, quisiera que tomaras un momento para contemplarla:
Cuando sientas que tienes el agua al cuello, mira a Jesús.
Ábrele tu corazón con vulnerabilidad, honestidad, sin reservas y reconociendo tu necesidad de su ayuda.
Contempla la mano extendida de Jesús y aférrate a la fidelidad de Dios.
No te aferres a tus pecados y equivocaciones, aférrate a sus promesas y confía que aunque la prueba venga, Dios está al control.
Él no te dejará ahogar.
Deseo que tu corazón, como el mío, encuentre reposo en la seguridad de que, aunque las aguas se eleven, sin importar cuán abrumadoras sean las circunstancias, el Señor está cerca para levantarnos.
La mano amorosa de Jesús está lista para sacarnos de las aguas turbulentas.
Que Dios te bendiga.
Daniel.
Dios llega en el momento justo de cualquier circunstancia no te desanimes ni te sientas solo Dios tiene el control.