Hola, Dios te bendiga.
En ocasiones, es natural sentirnos abrumados por algún problema y no saber qué hacer con él.
En Juan 6:5-6, el episodio de la multiplicación de los panes y los peces, Jesús se encuentra rodeado por una gran multitud que tenía hambre y necesitaba comida.
Paradójicamente, ante esta situación, Jesús le plantea el asunto a Felipe y le pregunta: "¿Dónde vamos a comprar pan para que coma esta gente?"
Inmediatamente después de esto, incluso antes de que siquiera se mencionara el niño de los panes, la Biblia dice textualmente que Jesús ya sabía lo que iba a hacer.
Aun así, le presenta el problema a Felipe, no para que lo solucionase, sino para darle la oportunidad de ejercitar su fe y que pudiera responder: “Señor, este problema es muy grande para mí, pero tú tienes el poder”.
Jesús le presentó un problema aparentemente irresoluble para que él reconociera que incluso los problemas más grandes pueden ser resueltos por el poder de Dios.
Ante las pruebas, desafíos y dificultades que enfrentamos en nuestra vida, Dios ya sabe lo que va a hacer, sin embargo, pone la pelota en nuestra cancha para que alzando los ojos le demos el balón a Él.
Para que podamos recordar que Dios siempre sabe lo que va a hacer en nuestra vida, aunque no siempre comprendamos sus planes y propósitos.
A menudo, enfrentamos desafíos y dificultades en nuestras vidas que parecen imposibles de superar. Pero al igual que Jesús puso el asunto en manos de Felipe, Dios nos permite enfrentar estas situaciones para fortalecer nuestra fe y nuestra confianza en Él.
En lugar de preocuparnos y sentirnos abrumados por nuestros problemas, debemos alzar los ojos y depositar nuestra confianza en Dios. Él sabe lo que va a hacer y nos guiará en el camino hacia la solución.
Incluso cuando parece que no hay una salida, podemos confiar en que Dios puede obrar un propósito, y que si se lo permitimos, nos ayudará en medio de esa situación.
Aunque no sepamos cómo resolverla, Él tiene el camino trazado y solo necesita que le entreguemos nuestros problemas.
Así que, si te sientes abrumado por una dificultad en este momento, recuerda que Dios sabe lo que va a hacer y que puedes confiar en Él.
Aunque la solución no llegue de la forma que esperamos, debemos recordar que si estamos en Cristo, Dios siempre está con nosotros y nos guiará en el camino hacia la victoria.
Que la paz de Dios llene tu corazón y te brinde la confianza necesaria para enfrentar con paciencia y fe cualquier situación que se presente en tu vida.
¡Ten un bendecido día!